miércoles, 25 de mayo de 2011

El arte de provocar escándalos

El arte de provocar escándalos

Valeria Shapira
LA NACION

Miércoles 25 de mayo de 2011 | Publicado en edición impresa
http://www.lanacion.com.ar/1376070-el-arte-de-provocar-escandalos

El gran danés Lars von Trier -genial director de cine-, se despertó esa mañana con un hambre casi animal de notoriedad. Pegó el tarascón con un arma mediocre, pero efectiva: "Yo entiendo a Hitler [?]. No es lo que llamaríamos un buen tipo, pero simpatizo un poco con él", dijo en el Festival de Cannes, durante una conferencia de prensa en la que remató su defensa del asesino con otra frase no menos desagradable para el pueblo alemán: "Me di cuenta de que era nazi porque mi familia era alemana".
¿Cómo ser un tipo sensible y genial y, al mismo tiempo, convertirse en un escándalo? La respuesta parece simple: pruebe usted con Hitler. Diga que lo ama, que lo ha pensado con esmero hasta concluir que eso de los campos de exterminio ha sido un mal cálculo de los historiadores. Hágalo como Von Trier, o siga los pasos del ex diseñador de Dior, el talentosísimo John Galliano, que hace unos meses fue despedido de la gran casa de moda francesa por declarar su admiración hacia el Führer . " I love Hitler (Yo amo a Hitler)", les confesó a quienes compartían su mesa en un bar, advirtiéndoles que si viviéramos en los tiempos de la Segunda Guerra Mundial "vuestras madres y padres no serían más que mierda gaseada".
Los micrófonos y las cámaras de televisión -se sabe- provocan excitaciones desmesuradas. Qué bien lo dice el filósofo francés Michael Onfray, autor de La filosofía feroz (Libros del Zorzal): "La televisión vuelve loco. Es cierto. Pero seguramente más a aquellos que no aparecen en ella".
Hallar espacio para escandalizar enarbolando banderas horrorosas no sólo resulta sencillo para quienes facturan a fin de mes honorarios en concepto de partes íntimas exhibidas en primer plano o historias personales reveladas con la chatura que se exige en todos los canales. También es simple para los grandes creativos o los intelectuales de talento. Todo el mundo quiere escucharlos, la prensa desea la primicia de sus jugosas declaraciones, y así la vida va. Para los actores, se trata de una experiencia única: tomar aire, pensar un instante, oler que se acercan esos cinco minutos de gloria y ahí nomás esgrimir el argumento en favor de una bestia.
Cuesta comprender que esos tipos que admiramos por sensibles y geniales sean capaces de abrir sus bocotas para defender causas nefastas. ¿Deberíamos entenderlo con naturalidad y separar los tantos?
"Dalí es un buen dibujante y un ser humano repugnante. Lo uno no invalida ni, en un sentido, afecta lo otro [?]. Desatendemos las consecuencias del hecho ineludible de que un artista es también un ciudadano y un hombre", dijo el lúcido George Orwell.
Auxilio: llamen a Freud. Von Trier ahora está arrepentido. Pero no dan ganas de perdonar, ni soñando. Mi vecino dice que sólo se trata de un tipo incoherente, y tiene razón.
La mayoría de nuestras conductas, sentimientos y juicios están comandados por procesos inconscientes, afirma la doctora Lía Ricón."Los humanos no somos coherentes. Podemos tener cualidades y defectos conviviendo en nosotros toda la existencia. Heidegger fue un nazi miserable, que invocó, para explicar sus conductas, supuestos desconocimientos imperdonables para su nivel cultural e intelectual, y fue también un gran pensador", afirma esta psiquiatra, psicoanalista, profesora consulta de la UBA y autora de Una familia suficientemente buena (Polemos).
Como Orwell, suponemos a veces que juicios como los de Von Trier y Galliano son consecuencia de un razonamiento moral minuciosamente elaborado. Pero no. El prestigioso investigador argentino Facundo Manes, presidente del World Federation of Neurology Research Group on Aphasia and Cognitive Disorders, director de Ineco y del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro, afirma que existe evidencia científica reciente que sugiere que las decisiones morales están más relacionadas con la emoción que con el razonamiento explícito.
Junto con su colega e investigador Ezequiel Gleichgerrcht, Manes explica que el cerebro creativo y el cerebro moral funcionan en completa interrelación. "Las áreas creativas son las que nos permiten, por ejemplo, generar distintas alternativas para justificar nuestra decisión moral."
Según el criterio de los neurocientíficos, las áreas cerebrales de la moral de Galliano o de Von Trier procesan ciertas conductas como moralmente correctas (el deseo hitleriano de asesinar, por ejemplo), mientras la mayoría las procesa como inmorales. Juzgar como positivo un genocidio va en contra de las normas morales sociales, por lo que podría decirse que estos amantes del escándalo fallan (en términos de cerebro moral) al interpretar qué es lo socialmente aceptado. A esto se suma cierta incapacidad para inhibir conductas inapropiadas, como la que supone decir esas frases que tendrán inevitables consecuencias sociales.
Eche usted un vistazo al libro Identidad y violencia (Katz), del economista indio y premio Nobel Amartya Sen: "Los odios sectarios promovidos enérgicamente pueden extenderse como reguero de pólvora, según se ha visto recientemente en Kosovo, Bosnia, Ruanda, Timor, Israel, Palestina, Sudán y muchos otros lugares del mundo".
Mi vecino dice que no exagere. Que para qué tanto análisis y tanta evidencia científica puesta a merced de dos provocadores de corto alcance. Otra vez tiene razón: pretender convertirse en un escándalo no es lo mismo que planificar con Adolf Eichmann la Solución Final. Al fin y al cabo, un día Man Ray dijo que "todos los críticos deberían ser asesinados". Y, fíjese usted, no pasó nada. Los críticos siguen ahí, criticando, por lo que convertirse en un escándalo debería considerarse un propósito mayúsculo. De hecho, habría que tener en cuenta la ventaja de que con el nazismo todavía hay tela para cortar. Y si por esas desgracias del destino Hitler llegara a convertirse en un tema trillado, puede usted probar diciendo, por ejemplo, que el genocidio armenio ha sido un invento de ebrios desvelados en una noche de calor. Qué va: en un planeta atestado de gente, un millón y medio de personas no cambia las cosas.
© La Nacion

Palestina, en la larga marcha hacia su Estado

25/05/11 - 02:17

La comunidad internacional puede dar un paso trascendente para la paz en Oriente Medio durante la próxima Asamblea General de la ONU.


Hace 63 años, un niño palestino de 13 años se vio obligado a abandonar su hogar en la ciudad galilea de Safed y a huir con su familia a Siria. Se guareció en una carpa de lona como la que se les proporcionó a todos los refugiados que llegaban. Aunque él y su familia durante décadas anhelaron volver a su casa y su tierra natal, se les negó ese derecho humano fundamental. La historia de ese chico, como la de tantos otros palestinos, es la mía. Ahora, sin embargo, el pueblo palestino tiene motivos de esperanza: en septiembre, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, pediremos el reconocimiento internacional del Estado de Palestina con las fronteras de 1967 y que nuestro estado sea admitido como miembro pleno de la ONU.
Muchos preguntan qué valor tiene tal reconocimiento mientras continúe la ocupación israelí. Otros nos han acusado de poner en peligro el proceso de paz. Pero nosotros creemos que esto tiene un enorme valor para todos los palestinos, los que viven en el suelo patrio, en el exilio y bajo ocupación.
Es importante destacar que la última vez que la cuestión de la creación de un estado palestino ocupó el centro de la escena en la Asamblea General, la pregunta que se le planteó a la comunidad internacional fue si nuestra tierra natal debía ser dividida en dos estados. En noviembre de 1947, la Asamblea General dio su recomendación y contestó por la afirmativa. Minutos después de la instauración del Estado de Israel el 14 de mayo de 1948, Estados Unidos lo reconoció. Pero nuestro estado palestino sigue siendo una promesa incumplida.
El ingreso de Palestina a la ONU allanaría el camino para la internacionalización del conflicto como asunto de carácter legal, no sólo político. Nuestra lucha por el reconocimiento como estado no debe ser considerada un ardid publicitario. Hemos perdido demasiados hombres y mujeres para participar en semejante actuación política. Vamos a la ONU ahora para asegurarnos el derecho de vivir libres en nuestra patria histórica, porque llevamos veinte años negociando con el Estado de Israel sin estar más cerca de concretar un estado propio. No podemos esperar indefinidamente mientras Israel sigue enviando colonos a la Cisjordania ocupada y nos niega a los palestinos el acceso a la mayor parte de nuestra tierra y nuestros lugares sagrados, en particular en Jerusalén. Ni las presiones políticas ni las promesas de recompensas de los EE.UU. han detenido el programa de asentamientos de Israel.
Las negociaciones siguen siendo nuestra primera opción pero, debido a su fracaso, ahora nos vemos obligados a recurrir a la comunidad internacional para que nos ayude a no perder la oportunidad de un fin pacífico y justo del conflicto.
El Estado de Palestina se propone ser una nación amante de la paz, comprometida con los derechos humanos, la democracia, el imperio de la ley y los principios de la Carta de la ONU.
Una vez admitido en su seno, nuestro estado estará dispuesto a negociar todas las cuestiones clave del conflicto con Israel. Lo estará haciendo desde la posición de un estado miembro de la ONU y no como un pueblo vencido obligado a aceptar los términos que se nos planteen, cualesquiera ellos sean.
Copyright The New York Times, 2011. Traducción: Elisa Carnelli.

Impugnación a Biondini

Politica

Elecciones porteñas

Cerruti confirmó la impugnación a Biondini y recordó que Macri es candidato aún procesado

La legisladora de Nuevo Encuentro, Gabriela Cerutti, confirmó hoy que su espacio impulsó la impugnación a la candidatura de Alejandro Biondini por "fomentar actos y políticas discriminatorias y xenófobas". Además sostuvo en referencia a Mauricio Macri que "no me parece menor tener un jefe de gobierno procesado".

18:04 |
25.05.2011






 La agrupación que lidera el diputado nacional y candidato a gobernador bonaerense, Martín Sabbatella, decidió presentar una impugnación a la candidatura de Alejandro Biondini y para ello contó con el patrocinio del abogado Rodrigo Luchinsky, actual vocal de la DAIA. Cerruti, legisladora de Nuevo Encuentro, contó que la medida tomada se debe a que "Biondini es un nazi, impulsa consignas nazis, discriminatorias" y recordó que "ese partido fue inhabilitado por la Corte Suprema".












Además sostuvo que "ahora nos damos cuenta que a última hora se anotó Biondini con un partido nuevo" y que por ello se decidió realizar una impugnación. Según la legisladora, "por la historia de nuestro país tenemos que empezar a poner un límite. El Estado tiene que tomar medidas sobre esto".

En referencia al armado de su partido junto con la adhesión a la candidatura  a jefe de gobierno de Daniel Filmus y Carlos Tomada por parte del Frente para la Victoria explicó que "Ibarra, Cabandie y yo somos las tres listas que llevamos adelante la candidatura de Filmus y Tomada" y se aventuró al decir que "esta vez estamos en condiciones de ganarle a Macri". También recordó la situación judicial del actual titular del ejecutivo porteño: "No me parece menor tener un jefe de gobierno procesado".

El nazi pedófilo huyó de Chile a Alemania

Publicado el 25 de Mayo de 2011 http://tiempo.elargentino.com/notas/nazi-pedofilo-huyo-de-chile-alemania
Harmut Hopp tiene 66 años y estaba condenado a cinco de prisión por abusos sexuales a menores en el temible enclave del sur chileno. Pero escapó y, según familiares, llegó a su patria natal. Se supone que cruzó por la Argentina.
  La justicia chilena ordenó la captura internacional de Hartmut Hopp, el segundo hombre al frente del enclave nazi alemán de Colonia Dignidad y condenado a cinco años de prisión por abusos sexuales a menores.
Fuentes de la Policía de Investigaciones confirmaron que Hopp huyó de Chile el viernes, saliendo por la Argentina hacia Alemania, su país natal.
Medios de prensa chilenos señalaron que el alemán habría huido a la Argentina en helicóptero o a través de un paso fronterizo clandestino. “Es un hecho vergonzoso e indignante porque salió del país ante las propias narices de las autoridades y nadie se enteró”, dijo el diputado opositor Felipe Harboe. Por su parte el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, dijo ayer: “No tengo información, (pero) vamos a investigar si alguien facilitó su huida.”
El juez de la Corte de Apelaciones de Santiago, Jorge Zepeda, ordenó la captura internacional de Hopp, segundo en la jerarquía de la colonia dirigida por el ya fallecido y sentenciado pedófilo Paul Schafer. Hopp estaba en libertad condicional y bajo arresto domiciliario tras haber sido sentenciado a cinco años y un día de presidio por ser cómplice de abusos sexuales cometidos entre 1993 y 1997 en el enclave agrícola del sur de Chile.
La publicación electrónica alemana Ciper citó declaraciones de Bárbel Schreiber, nuera de Hopp, quien dijo que “no lo he visto, pero sé que está en Alemania desde hace una semana”. La familiar también dijo que el delincuente se encuentra en suelo germano acompañado por su esposa Dorothea Witthahn y la ex contadora de la Colonia Dignidad, Erika Heimann.
El portavoz de la Corte Suprema, Jaime Rodríguez, catalogó de “lamentable” su fuga y aclaró que “la custodia y vigilancia de los detenidos o condenados no corresponde al Poder Judicial sino a una entidad que depende del Ejecutivo, que es Gendarmería”.
Hopp fue durante años la mano derecha del ex piloto de guerra alemán Paul Schafer, fundador de la colonia nazi cercana a  la ciudad de Parral y líder de la secta nazi que funcionó en el lugar.
Schafer fundó en 1962 Dignidad cerca de la antigua colonia alemana de Villa Baviera, una vasta organización agrícola a unos 420 kilómetros al sur de la capital chilena. La colonia llegó a tener unos 300 colonos alemanes y 500 chilenos que vivían bajo una estricta disciplina y control, entre ellos muchos exiliados clandestinos del régimen nazi que huyeron a Sudamérica.
El asentamiento fue creciendo paulatinamente y terminó transformándose en un enclave hermético, rodeado de alambres de púas y de grupos armados que vigilaban su propia escuela, hospital, cementerio y aeródromo. Durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), las 16 mil hectáreas también funcionaron como una sucursal de la temible DINA, la policía secreta de la dictadura. donde se torturaba y asesinaba clandestinamente a opositores. Posteriormente, y ya en tiempos democráticos, los abusos continuaron.
Schafer murió en 2010 cuando cumplía varias condenas por posesión ilegal de armas de guerra, por torturar a integrantes de la secta y por ser el autor de violaciones y abusos sexuales contra niños nacidos en ese enclave. <

AP, Efe, dpa.

lunes, 9 de mayo de 2011

Abbottabad, la guarida de Bin Laden. Por Jorge Lanata El periodista de PERFIL recorrió el pueblo que acogió al terrorista.

http://www.perfil.com/contenidos/2011/05/08/noticia_0010.html

El temor invade Abbottabad, la guarida que usó Bin Laden

Detalles de la ciudad en la que murió el líder de Al Qaeda. La sorpresa de los vecinos de Bin Laden. Máximo control militar y un gran aluvión de periodistas.

Por Jorge Lanta desde Abbottabad


En el lugar de los hechos. Jorge Lanata llegó a Abbottabad y pudo fotografiarse a muy pocos metros de la casa en la que fue asesinado el líder terrorista Osama Bin Laden en un operativo de fuerzas especiales de Estados Unidos.

Todo lo que se esconde debe estar a la vista. La sentencia sirvió para Osama bin Laden durante seis años, hasta la noche sin luna en la que dos docenas de comandos Navy Seals atacaron Bilal Town en un operativo de 38 minutos. Bilal Town es una especie de suburbio a Abbottabad, “la ciudad de las escuelas”, a 120 kilómetros de Islamabad, un Campo de Mayo pakistaní con cinco escuelas militares y hasta banda de música marcial. La casa de Bin Laden está a tres cuadras de un retén que enarbola un cartel de “Restricted Area”, al final de una calle que serpentea junto a una acequia de metro y medio. El mito la convirtió en mansión, aunque está lejos de serlo: las paredes altas y las ventanas inaccesibles son características de esta zona tribal del país. Pero la Xanadu del terrorismo no estaba aislada: imagínense un barrio de la provincia de Buenos Aires, con decenas de casas vecinas, terrazas indiscretas y hasta un orfanato en la medianera del patio trasero. —Dos veces por semana les llevaban carne –recuerda Ahmed en diálogo con PERFIL.
—Paquetes inmensos de carne –gesticula su compañero del Hogar de la Esperanza.
—Y tres veces por semana venía el lechero.
—Pero no lo dejaban entrar. Dejaba varios litros en la puerta.
Los vecinos pueden reconstruir hasta la lista del supermercado, pero juran que nunca lo vieron y que los helicópteros, aquella noche sin luna, los tomaron por sorpresa.
Ahora la zona está sellada por el ejército y es imposible acercarse a menos de doscientos metros. La captura de Osama marcó también, en el barrio, el triunfo del cuentapropismo: hay quienes alquilan sus terrazas a los fotógrafos extranjeros, y los chicos se dedicaron a rescatar partes del helicóptero caído y abandonado por los Seals y las venden como trofeos del Muro de Berlín.
Amal Ahmed Abdullfattah, la más joven de las esposas de Bin Laden, confirmó a los servicios de inteligencia de Pakistán (ISI) que vivían allí hace seis años y que nunca bajaron de los pisos superiores de la residencia. Osama era enfermo renal y se dialisaba tres veces a la semana: esto fue confirmado por fuentes de inteligencia extranjera a este diario en Islamabad, y se convirtió en una de las pistas que exploraban los norteamericanos. En las fotos del interior de la casa difundidas el primer día, pueden observarse algunos frascos de medicación, y una especie de máquina con una manguera; suponen que Osama se dialisaba allí mismo.
El ISI también tiene detenidos a ocho o nueve niños, y dispuso de los cuerpos de al menos tres personas que custodiaban al líder de Al Qaeda. Amal, nacida en Yemén, vivía con otras dos esposas de Osama, también detenidas, junto a su hija –que denuncia que el padre fue detenido y ejecutado– y el propietario que entregó la casa en alquiler.
En el extremo diagonal de la escena, en la Casa Blanca, el nombre clave de Osama bin Laden era Gerónimo, como el jefe de los apaches, y antes, para la estación de la CIA improvisada en Abbottabad, en una casa vecina que recibía datos infrarrojos de satélites y aviones espía, Gerónimo era sólo una sombra alta bautizada “the pacer” (el que da vueltas, el que marca el ritmo).
—Gerónimo EKIA (abreviatura en inglés de “enemigo muerto en combate”) –dijo finalmente León Panetta, el jefe de la CIA, en la transmisión monitoreada por el gabinete de crisis y el presidente Barack Obama.
El líder de Al Qaeda tuvo varias muertes: primero armado y escudándose en una de sus esposas; luego desarmado, “aunque presentó resistencia”; después sin resistencia, pero buscando un arma. Su última muerte oficial lo muestra con un fusil AK-47 y una pistola Makarov en mano a la hora de enfrentar a Jack Bauer. En la última remake afirman que sólo el mensajero, el hombre que reveló el escondite, usó su arma. La historia del mensajero reflotó el debate eufemístico sobre la tortura: algunos afirman que en Guantánamo, otros en una cárcel secreta de Europa del Este, pero ambas versiones coinciden en que la punta del ovillo comenzó a tirarse cuando se conoció, mediante torturas, el apodo de Abu Ahmad al Kuwaití, el mensajero de confianza. Panetta (a la espera de la confirmación del Senado que lo catapulte a la Secretaría de Defensa, aun a cargo de la CIA) admitió en un primer momento que el “waterboarding” (simulación de asfixia por agua) había tenido un papel decisivo.
Las hipótesis que navegan en este mar de contradicciones no han hecho más que echar leña al fuego: la “desaparición” a la argentina del cadáver (tirándolo al mar) viola las leyes del Corán y ha despertado en el mundo árabe una humillación gratuita. Al Qaeda ha pedido a los pakistaníes levantarse contra su gobierno, y afirmó en un comunicado que “la universidad de fe, Corán y yihad en la que Bin Laden se graduó no cerrará sus puertas, los soldados del Islam continuarán unidos, organizando y planeando sin descanso”.
“Osama bin Laden es el líder de una forma de pensar, no está solo. Es el organizador del régimen más grande del mundo”, dijo un portavoz del Partido Islamista de Pakistán, Jamat-e-Islami. “La felicidad de Estados Unidos se convertirá en tristeza.” Sin mayores precisiones,el gobierno estadounidense informó que, dentro del material secuestrado en Abbottabad, se encontraron planes para atentar contra la red ferroviaria en ocasión del décimo aniversario del 11 de septiembre.
Algunos grafitis en Abbottabad convocando a la venganza, una marcha de algunos cientos en Karachi y una de más de tres mil personas en Egipto han sido hasta ahora las únicas reacciones visibles de la muerte de Bin Laden. Hace diez años, a poco del atentado contra las Torres Gemelas, estuve en esta ciudad y la foto del enemigo público número uno se exhibía con orgullo en los bares y los mercados. Hoy ya no es así, y el miedo parece haberse apoderado del país donde siempre reinó.
—Una parte de este país habla inglés, y la otra habla urdu. Son dos países distintos –comentaba ante PERFIL un diplomático extranjero, lamentándose de lo intrincado del idioma local.
—Yo no hablo urdu, y siempre sentís que te estás perdiendo algo.
Los ciento veinte millones que hablan urdu saben de qué se trata. Algo está por pasar aquí, cuando no pasa nada. Anteayer, el viernes, se esperaban disturbios en un momento clave: la salida de la mezquita. Pero nada sucedió: ruido de cañerías, agua subterránea. El gobierno pakistaní habla inglés pero entiende urdu: sabe que sus únicas opciones son las de aparecer como incompetentes o como cómplices.
Y saben que, en urdu, no hay acusación peor que la de ser cómplices de los Estados Unidos. El asesinato de Bin Laden fue la frutilla de una escalada en el deterioro bilateral: un UAV (Unmanned Aerial Vehicle, vehículo aéreo no tripulado) americano, tripulado por control remoto (también llamados “drones”) mató por error a tres militares pakistaníes cerca de Peshawar, en la zona norte del país. Los UAV entraron doscientos kilómetros en línea recta desde Afganistán, y en protesta Pakistán cerró por quince días su frontera. Distintas fuentes locales aseguraron a este diario que la presencia de aviones no tripulados o de “stealths” (stealth aircrafts, aviones furtivos: stealth significa “cautela”) es constante en la zona de la frontera norte. Los stealth son aviones con superficies angulosas, invisibles para los radares. Invisible también trató de pasar Raymond Davis, agente de la CIA en Islamabad, hasta que asesinó a dos informantes del ISI en Lahore: uno a quemarropa y otro por la espalda. Para colmo de males, la 4x4 de la embajada que acudió a su rescate en la escena del crimen, atropelló y mató a un ciclista en su camino: Davis fue detenido y los vertiginosos 4x4 escaparon. Todo se complicó cuando Davis exhibió su visa de turista, aunque la embajada americana lo declaraba como miembro de su staff. El escándalo le costó el cargo al canciller pakistaní y Davis salió finalmente en libertad luego de pagar una indemnización a los familiares de los muertos. Entre la espada y la pared, el gobierno pakistaní también enfrenta las acusaciones de su vecino, la India, por los atentados en Bombay en noviembre de 2008, con 173 muertos y 327 heridos, cuando varios grupos comandos desembarcaron en el malecón y comenzaron a disparar ráfagas de ametralladoras en los hoteles cinco estrellas de la costa. India identificó a los responsables como miembros del Lashkar-e-Taiba,un grupo islámico militante de Pakistán.
Hasta ahí la espada. Del lado de la pared, los grupos religiosos no dan tregua: no es casualidad que Bin Laden encontrara refugio seguro en el norte del país, vecino a la zona tribal donde gobierna el MMA (Muttahida Majis-e-Amal) una coalición extremista de partidos religiosos que acabó con la música, el cine, el alcohol y ha hecho aun más restrictivo el rol de la mujer. Víctimas de la Ley contra la Blasfemia, fueron asesinados el gobernador de Punjab y el ministro de Minorías (católico), junto a su padre, enfermo cardíaco que no resistió las amenazas. Pakistán es el país musulmán más severo respecto a la blasfemia, y en el artículo 295 A de su Código Penal prohíbe los “sentimientos religiosos ultrajantes”, el 295 B castiga la profanación del Corán con prisión perpetua y el 295 C prescribe la pena de muerte por “comentarios despectivos hacia el Profeta”. El gobernador fue asesinado por un miembro de la policía de elite de Islamabad, que se convirtió luego en una especie de héroe nacional.
Salman Taseer, la víctima, había calificado de “ley negra” a la norma contra la blasfemia. Shabaz Bhatti, el único ministro católico del país, fue asesinado en su auto, camino al trabajo, tras sus intentos de derogar la misma ley. La muerte aquí es cualquier cosa, pero nunca una sorpresa. “Siempre estaba esperando misiles crucero –escribió Robert Fisk, uno de los pocos periodistas que entrevistó a Bin Laden, en The Independent–, también cuando yo me reuní con él. Había esperado la muerte antes, en las cuevas de Tora Bora en 2001, cuando sus guardaespaldas se negaron a dejarlo que se pusiera de pie y luchara, y lo obligaron a caminar sobre las montañas a Pakistán.” Fisk recuerda que conoció a uno de los hijos de Osama, Omar: “Era un muchacho buen mozo y le pregunté si era feliz. Me respondió ‘yes’, en inglés. Pero el año pasado publicó un libro llamado Viviendo con Bin Laden y –recordando como su padre mató a sus amados perros en un experimento químico de guerra–, lo describió como ‘un hombre malvado’. En su libro, él también recuerda nuestro encuentro. Concluye que debería haberme dicho que no, que no fue un niño feliz”.
El cielo del sábado se desploma y hasta los cuervos se han ido de Islamabad. Hay silencio y tensión. Los retenes se multiplican en las avenidas y la seguridad de los hoteles se duplicó: barreras, vigilancia de espejos en el motor del auto, baúl y capot abiertos, detector de metales. Cada tanto cae una lluvia caprichosa y breve. Odio este silencio. Siempre me imagino que algo está por suceder.

Lanata

Por Jorge Fontevecchia | 07.05.2011 | 22:04


Vuelve a Perfil escribiendo semana por medio con una gran crónica de tapa. Ayer en Pakistán.
No existe otro periodista como Lanata. Ni comparable. Ni existió en el pasado. Alguien que haya triunfado en todos los medios de comunicación. Que simultáneamente haya sido best seller como escritor, fundador de un diario con un cuarto de siglo de vida, de una revista semanal casi tan longeva, conductor de programas líderes de audiencia en radio y en televisión, y hasta haya hecho cine.
Que últimamente Lanata no estuviera trabajando en medios argentinos habla de él, pero mucho habla también de los medios argentinos. Hace una semanas corrió un rumor sobre que comenzaría a trabajar en Radio Mitre y TN. Lanata lo desmintió. Muchas cosas tendrían que cambiar –para bien– para que Lanata pudiera trabajar en el Grupo Clarín de manera sostenida.
Los medios audiovisuales actuales no tienen el marco de libertad necesario para bancarse la independencia de Lanata. El día que Lanata vuelva a la televisión abierta será una señal muy positiva. Ojalá sea pronto. Este año, hasta octubre, Lanata viaja por el mundo realizando una serie sobre las 26 personas para salvar al mundo, producida por Turner.
PERFIL pudo convencerlo de que vuelva a escribir regularmente domingo por medio, en forma de dos grandes crónicas por mes. La primera de ellas es la nota de tapa de esta edición, en el lugar donde Bin Laden fue asesinado.
Ayer Perfil.com anticipó que Lanata volvía a escribir en PERFIL. Esa sola y minúscula información fue la más leída del día y generó en pocas horas un centenar de comentarios. Nadie mejor que la audiencia para definirlo. De aquí en más, algunos de los comentarios de los lectores.

Muerte en Pakistán (El Pais, 08/05/2011)

http://www.bernard-henri-levy.com/muerte-en-pakistan-el-pais-08052011-18602.html
Bin Laden ha muerto.
En cierto modo, ya estaba muerto.
Y hacía tiempo que ya nadie creía en su perspectiva de un islamismo radical capaz de tomar el relevo del comunismo y sus ambiciones planetarias.
Esta vez está muerto y bien muerto.
El peor asesino en serie de la historia contemporánea, el inventor de la nueva estrategia terrorista, el jefe de una ONG del crimen que, en los últimos diez años, ha matado a miles y miles de civiles ha salido de la escena mundial.
Y, evidentemente, es una gran noticia.
A partir de aquí, se plantean las siguientes preguntas:
1. ¿Quién ha matado a Bin Laden? Un comando del Joint Special Operations Command estadounidense, por supuesto. Pero también, claro está, la coalición antiterrorista que lo perseguía desde hacía diez años. Y esas masas arábigo-musulmanas que se suponía iban a caer en manos de Al Qaeda pero, finalmente, se libraron mucho de hacerlo y a las que los recientes movimientos democráticos en la región han terminado de curar de esa posible tentación. Bin Laden ha muerto porque la mayoría de los musulmanes renegó de él de inmediato. Y porque, diez años después, la primavera árabe lo había condenado.
2. ¿Qué hizo posible la muerte a Bin Laden? La presencia de las fuerzas especiales norteamericanas cerca de Pakistán. O, hablando claro, en el territorio del vecino afgano. Lo que, para hablar más claro aún, significa que la coalición antiterrorista hizo bien en permanecer en Afganistán y que esta guerra tan denigrada, con tan mala prensa, esta guerra que se suponía perdida y que solía meterse en el mismo saco que la absurda guerra de Irak era una guerra que había que hacer y que hoy da sus frutos de reconciliación y de paz. El acontecimiento es la consecuencia de la presencia de soldados occidentales en Kapisa y Uzbeen. Es la victoria de quienes, desde 2001, se resisten a dejarse impresionar por el derrotismo circundante. Es un revés para la mentalidad muniquesa y su insondable frivolidad.
3. ¿Qué va a pasar a partir de ahora? Naturalmente, esta ha sido una lección para todos los terroristas del mundo y también para los talibanes. A medio y largo plazo, provocará además un inevitable debilitamiento del pequeño ejército del crimen que capitaneaba Bin Laden. Pero ¿y antes de eso? ¿A más corto plazo? ¿En la base de la Base? ¿En esas células que funcionaban como franquicias, que solo mantenían unas relaciones lejanas con él y acaban de perpetrar en Marrakech, en una de las plazas más bellas del mundo, el baño de sangre que todos recordamos? ¿No corremos el riesgo de ver una epidemia de pequeños califas intentando ser califas en lugar del gran Califa? ¿Y no van a lanzarse a una competición para imaginar una revancha a la altura de su demencia? Esta muerte es una victoria. Pero, por desgracia, no es la derrota total del terrorismo.
4. ¿Qué hacer con el cadáver de Bin Laden? La cuestión puede parecer secundaria, pero, en el momento en que escribo estas líneas, apenas unas horas después del anuncio de su muerte, es simbólica y políticamente esencial. ¿Sumergido en el mar de Omán? ¿De veras? En ese caso, existe el riesgo de que florezcan las habituales fantasías complotistas: « En realidad no murió, emir oculto, resurrección, véase la imagen trucada emitida ya por los paquistaníes… ». ¿Inhumado, entonces? Pero ¿dónde? ¿Para quién el regalo envenenado? ¿Y en qué cementerio y de qué país, el eventual lugar de peregrinaje? Un verdadero dilema. Y de nuevo la foto. ¿Los estadounidenses habrán tomado la precaución de sacar una verdadera foto de los restos mortales? Sería necesario. Indispensable para poner coto a esos otros rumores que no faltarán a la cita para privar a Obama de su éxito: « Muerte natural…, cortina de humo…, falsa operación…, falsa victoria… ». Pero es lo que hicieron antaño, y por la misma razón, con el cuerpo del Che Guevara. Y al hacerlo lo convirtieron en el icono que todos conocemos. ¿Entonces? Muy difícil…
5. Y, finalmente, Pakistán. Comprendo que la operación ha sido posible gracias a la cooperación de este aliado de Estados Unidos que, no hay que olvidarlo, posee la bomba atómica. Pero al mismo tiempo… ¿Cómo no ver al mismo tiempo la otra cara de la verdad? Se decía que el fugitivo se ocultaba en grutas. Que erraba de refugio en refugio. Se suponía que vivía como una fiera acorralada en no sé qué « zona tribal ». Pero ahí estaba, en el corazón del país. Vivía a unas decenas de kilómetros de Islamabad, su capital política, en un barrio que yo mismo visité durante mi investigación sobre Daniel Pearl y es una zona residencial para militares retirados. ¿Cómo no concluir que los paquistaníes lo sabían? ¿Que primero aceptaron protegerlo y más tarde decidieron entregarlo? ¿Cómo no hacer la pregunta que yo planteé cada vez que, en el pasado, y en circunstancias siempre análogas, las agencias paquistaníes soltaban a uno de los yihadistas que tenían en reserva? (desgraciadamente, los acontecimientos siempre me han dado la razón). ¿Por qué este cambio de opinión? ¿De acuerdo con los términos de qué trato? ¿Y qué carta conserva uno cuando, en la partida de póquer que es el juego diplomático visto desde Islamabad, se descarta de semejante triunfo?
La desaparición de Bin Laden, por afortunada que sea, me reafirma en la idea de que este Pakistán nuclear, yihadizado y bajo la persistente influencia de esos terribles servicios secretos, es hoy, como ayer, uno de los lugares más peligrosos del mundo.
Traducción: José Luis Sánchez-Silva

martes, 3 de mayo de 2011

La atrocidad moral de la Europa en guerra

http://www.elpais.com/articulo/portada/atrocidad/moral/Europa/guerra/elpepuculbab/20110430elpbabpor_27/Tes

TEREIXA CONSTENLA 30/04/2011 
Tras años de análisis para explicar "qué tiene que ocurrir para que la civilización se rompa", el historiador Julián Casanova desmenuza la cultura del enfrentamiento que marcó a sangre y fuego el continente entre 1914 y 1945
Hay una rareza en este ensayo: un español contando Europa. Julián Casanova (Valdealgorfa, Teruel, 1956) ha hecho un viaje inusual en los historiadores españoles para explicar qué ocurre en esos treinta años que arrancan con la Gran Guerra y mueren con otra escabechina aún mayor. Entre ambas causaron la muerte de 48 millones de personas, de las cuales 29 millones fueron civiles. En Europa contra Europa (1914-1945), Casanova ha dirigido su "telescopio" hacia ese tiempo "de atrocidad moral" -en palabras de Charles Maier- para comparar acontecimientos y sacar conclusiones.
"Mussolini es un prototipo de esa generación de 'hooligans' que llega al poder y sustituye a la élite", señala Casanova
En esos treinta años saltaron por los aires más fronteras políticas, sociales y éticas que nunca. Se desmoronaron recios imperios, se relegó al rincón de la historia a la todopoderosa aristocracia para dar paso a una hornada de desclasados como Hitler, se extendió desde distintas trincheras ideológicas el culto a la violencia como resorte político y se convirtió a la población civil en objetivo militar. Emergieron conceptos nuevos, ensayados en las colonias por las potencias europeas, como pureza étnica o superioridad racial, sobre los que descansarían infamias inconcebibles unas décadas atrás. "Durante años le di vueltas en mis clases a esa cultura del enfrentamiento, a explicar por qué los europeos se pegaron tanto y qué tiene que ocurrir para que la civilización se rompa".
Casanova recuerda la frase de Richard Vinen que sintetiza a la perfección el aire de la época: los europeos descubren "un sinfín de motivos para odiarse mutuamente". El continente que alumbró una refinada civilización se abona a la barbarie. "La Primera Guerra Mundial marcó el comienzo de la escalada de la violencia en esa era de atrocidad moral, porque borró la línea entre el enemigo interno y externo, fue el escenario de los primeros ejemplos de exterminio masivo de la historia y de ella salieron el comunismo y el fascismo, los movimientos paramilitares y la militarización de la política", escribe el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza.
La cultura del odio y la violencia seduce a millones de europeos en esos años. Casanova tiene claro que las raíces se hunden en lo ocurrido entre 1914 y 1918, cuando se inaugura "una nueva época en la violencia entre Estados". La Gran Guerra rompió tabúes: el asesinato a sangre fría de 800.000 armenios por el ejército otomano, un "precedente" del genocidio nazi.
"El mapa de Europa de 1900 estaba lleno de imperios y monarquías hereditarias y solo una república, Francia, mientras que en el de 1919 ya solo hay repúblicas, a excepción del Imperio Británico y las monarquías de España e Italia", compara. La Primera Guerra Mundial, que fue larga y se había previsto corta, trastocó el viejo mundo. Se derrumbaron nada menos que los imperios alemán, austrohúngaro y ruso. Pero también se derribó un antiguo orden social. Casanova concede gran importancia a la influencia de excombatientes de esta guerra que facilitan el éxito de la violencia como herramienta política y el triunfo de movimientos autoritarios sobre jóvenes democracias. Por ejemplo: Italia. "Al final de la Gran Guerra, tiene un millón de mutilados, que han vuelto a un país al que han impedido ser grande y que culpan a los políticos de haberles abandonado", explica en su despacho de la Universidad de Zaragoza. Esto, sumado a la amenaza de que se extienda el comunismo y a una aguda crisis económica, propicia que alguien como Mussolini acceda casi en volandas al poder. "Mussolini, que había sido un revolucionario callejero, acaba de presidente a los 39 años. Es un prototipo de esa generación de hooligans que llega al poder y sustituye a la élite", plantea el historiador.
También la ruptura generacional se aprecia entre los bolcheviques (el 50% de los reclutados para la guerra civil en 1919 por el Ejército Rojo tenía menos de 30 años) y en el nazismo que liquida la República de Weimar en Alemania. "Juventud y masculinidad iban unidas. El héroe, el soldado, el que había servido en las trincheras, el militante fascista, era varón, y la mujer permanecía relegada al mundo maternal", escribe.
Este ejercicio de historia comparada refuerza algo que atenta contra una querencia patria: España tampoco resultó tan diferente en la primera mitad del siglo XX, salvando el hecho de que no participó en las dos grandes contiendas. La principal singularidad -y no menor, es cierto- residió en la oposición a la insurrección militar en julio de 1936. "No tiene nada de peculiar que la República muera por un golpe de Estado, pero lo que diferencia a España es que se trata del único país europeo donde se resiste civil y militarmente ante el golpe autoritario", expone el historiador. "Lo que realmente es excepcional, junto a Portugal, son las tres décadas de dictadura después del final de la Segunda Guerra Mundial", añade. Su viaje a Europa ayuda a contextualizar los acontecimientos españoles con más equilibrio. No abundan síntesis semejantes. "Lo poco aficionados que hemos sido a coger el telescopio y hacer historia comparada ha hecho que la historiografía española sea muy provinciana", lamenta.

Un ataque que no es una sorpresa

http://www.elpais.com/articulo/internacional/ataque/sorpresa/elpepiint/20110430elpepiint_3/Tes

FERNANDO REINARES Atentado en Marruecos

Un ataque que no es una sorpresa

FERNANDO REINARES 30/04/2011

 
¿Cómo podría serlo, si desde hace una década las fuerzas de seguridad marroquíes han detenido a bastantes centenares de individuos sospechosos de actividades terroristas y desbarataron preparativos para cometer no pocos otros atentados? Habría que empezar recordando que el régimen de Marruecos ha sido y es blanco declarado de Al Qaeda y de las sucesivas organizaciones norteafricanas relacionadas con dicha estructura terrorista. Primero lo fue del ya desmantelado Grupo Islámico Combatiente Marroquí y en la actualidad de Al Qaeda en el Magreb Islámico. Aunque en el país se han detectado células yihadistas relativamente independientes e individuos radicalizados que se planteaban actuar por su cuenta, lo ocurrido en Yemaa el Fna sugiere que detrás hay liderazgo y estrategia. Además, distintos sondeos recientes han mostrado que uno de cada diez marroquíes adultos, más de dos millones de personas, aprobarían atentados como el de Marraquech. Es decir, que los extremistas contarían con una base social minoritaria pero sustanciosa, influenciable por un salafismo yihadista que entronca con las doctrinas wahabíes extendidas en el país desde los años ochenta.
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    Rabat.
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El contexto de las movilizaciones de protesta social en el mundo árabe y de las reformas apenas emprendidas en Marruecos importa para interpretar lo sucedido en Marraquech. La irrelevancia de Al Qaeda y de sus distintas entidades afines en el origen y desarrollo de todo ello plantea un desafío a la urdimbre del terrorismo yihadista, cuyos dirigentes a buen seguro maquinan cómo adquirir notoriedad en el curso de los acontecimientos. Ahora bien, la amenaza terrorista en Marruecos antecede con creces a esos hechos. Estoy convencido de que quienes idearon y planificaron el atentado de Marraquech buscaban tanto romper con la imagen que los confina en Argelia y el Sahel como contrarrestar las críticas que reciben por matar musulmanes. Por eso en Marruecos y contra occidentales, más vulnerables en un popular café que en los hoteles. Probablemente tampoco fuese ajeno a su cálculo el daño que con un acto de terrorismo así podrían causar a la economía marroquí, especialmente al sector turístico, en unos momentos en que tendría expectativas de atraer visitantes europeos renuentes a acudir a otros países más afectados por las revueltas, como Egipto o Túnez.
En Marruecos hay un antes y un después de los atentados de mayo de 2003 en Casablanca. También, en cierta medida, un antes y un después de los de marzo de 2004 en Madrid. Desde entonces se ha mejorado el tratamiento jurídico del terrorismo, las estructuras marroquíes de seguridad interior han ido adaptándose a los retos de ese fenómeno y la cooperación bilateral con países norteafricanos o europeos que comparten el mismo problema es una realidad, aunque los intercambios con Argelia adolezcan de grandes deficiencias. Además, se han introducido controles sobre el extremismo en los lugares de culto e iniciativas de promoción social como parte de un plan que permita actuar sobre los procesos de radicalización observados en determinados ámbitos de la población, no siempre los más desfavorecidos. Pero es difícil hablar de un Estado de derecho en Marruecos y los excesos que ello implica a menudo, en la lucha contra el terrorismo, resultan a medio y largo plazo contraproducentes. En cualquier caso, lo verdaderamente sorprendente es que en la última década, hasta el pasado jueves en Yemaa el Fna, solo hayan ocurrido los atentados de Casablanca en 2003 y 2007.
Fernando Reinares es investigador principal de terrorismo internacional en el Real Instituto Elcano y, actualmente, Public Policy Scholar en el Woodrow Wilson Center de Washington.
http://www.elpais.com/articulo/internacional/Marraquech/teme/primavera/reformista/acabe/elpepiint/20110430elpepiint_2/Tes

Atentado en Marruecos

Marraquech teme que la primavera reformista acabe

Vecinos y comerciantes tratan de recuperar la calma tras el atentado

ANDREA RIZZI (ENVIADO ESPECIAL) - Marraquech - 30/04/2011
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Un par de serpientes adormiladas sobre alfombrillas sucias era todo lo que quedaba a media mañana de ayer del habitual y fabuloso bullicio de la plaza Yemaa el Fna de Marraquech. No había clientes para despertarlas con música. Solo un triste tránsito de lugareños bajo una fina llovizna. En el resto de la ciudad, la vida, inexorable, había ya retomado su pulso tranquilo de día de rezo. Poco a poco lo haría también en la plaza golpeada por el terror. Pero muchos habitantes de Marraquech se inquietaban ayer sobre todo por otro latido, más subterráneo y trascendental, cuyas pulsaciones se habían disparado: el de la incipiente primavera reformista marroquí. En la plaza, unos 300 jóvenes recitaban anoche versículos del Corán para recordar a las víctimas.
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"La preocupación es que se hunda el turismo", advierte un empresario
Mahi Binebine, pintor y escritor de 52 años, resumía bien una preocupación recurrente. "En la explosión han fallecido muchos extranjeros, pero este es un golpe contra el pueblo marroquí", argumenta, con tono apasionado. "Es una tragedia para aquellos marroquíes que se han movilizado para recuperar su país, que quieren un cambio a través de un proceso tranquilo, que estaban hartos de la corrupción. Este golpe causará un frenazo, justo en un momento de transición, en un momento en el que parecía haber una disponibilidad a la apertura", dice.
La inquietud de Binebine es frecuente entre activistas políticos y en general entre las personas más cultivadas, pero parece aflorar también entre la clase media. En una herboristería de la kasba, un dependiente, Jalid, encuentra el coraje de afirmar: "Esto tiene pinta de ser un intento de hacer descarrilar el proceso". No es poca cosa, vista la extraordinaria reticencia de la gente de la calle a hablar del tema. De hecho, su compañero Said no tarda más de un par de segundos en precisar que él no piensa lo mismo: "El Estado no tardará en agarrar a los responsables".
En un delicadísimo momento de transición política como el que vive Marruecos, las calles de Marraquech parecen delatar una cierta fractura social. La procesión constante de centenares de curiosos chavales de clase baja ante los restos del golpeado restaurante Argana así lo muestra. No se detecta al intentar charlar con ellos ningún atisbo de impulso de querer participar en el movimiento reformista.
A espaldas del Argana, en el zoco, los comerciantes rehúyen a su vez sistemáticamente hablar de cuestiones políticas. Incluso en tiempos diferentes y esperanzadores, la vieja norma de evitar ciertos temas debe de ser considerada todavía la más sabia.
Al saltar alguna pregunta sensible en la conversación, sus rostros se apagan, y su prodigiosa capacidad políglota se atranca repentinamente. Los controles policiales eran ayer escasos -o al menos poco visibles- en las calles de Marraquech. Pero, probablemente, la mítica secreta marroquí tuvo que estar recorriendo a tope los meandros de la ciudad. Sea como fuere, mejor ser prudentes.
Kamal Laftimi, empresario de la plaza de las Especias, activo en varios negocios pese a su juventud, resume en todo caso la comprensible inquietud prioritaria de los comerciantes. "Que se hunda el turismo", principal fuente de ingresos de la ciudad, dice, antes de sorbetear un café en su terraza. Llenar la nevera es tarea más urgente que materializar un sueño político. Por suerte para Kamal, los turistas ayer no parecían demasiado amedrentados. Por la tarde ya volvían a atestarse en algunas terrazas -entre ellas la de Kamal- sin dar la sensación de sentirse potencial objetivo de terroristas. ¿De cuáles, en todo caso?
La pregunta, naturalmente, rebotaba en todas la teterías de la ciudad y, probablemente, del país. La incertidumbre era suma. Salafistas, Al Qaeda en el Magreb Islámico, maniobras argelinas o turbias operaciones de servicios internos eran las opciones preferidas en la quiniela colectiva.
"Ayer tuve mucho miedo a que el proceso se paralizara, pero hoy la actitud del Rey me ha tranquilizado", dice Christine Serfati, activista en defensa de los derechos humanos. Pero la inquietud de Serfati y del pintor Binebine no era tampoco unánime. "Sí, por supuesto hay mucha especulación sobre si esa era la intención del ataque, pero yo francamente no lo creo. El proceso de reforma está controlado, no hay tampoco gran necesidad de obstaculizarlo", observa, con cierto sarcasmo, la historiadora Zakia Daoud.
Aunque no fuese esa la intención, el problema es si será esa la consecuencia. Además de los enemigos visibles -dictadores, autócratas, regímenes infames- los aspirantes a la democracia deben prepararse para enfrentarse a enemigos más sutiles. La lección de Marraquech será observada en muchos lugares.

Fanatismo 'versus' diversidad

JUAN GOYTISOLO Atentado en Marruecos 

http://www.elpais.com/articulo/internacional/Fanatismo/versus/diversidad/elpepiint/20110430elpepiint_4/Tes


 
El monstruoso atentado perpetrado el jueves 26 de abril contra el café Argana en el corazón de la plaza de Xemaa el Fná lleva la firma inconfundible de la nebulosa del salafismo radical, agrupado o no en las células de Al Qaeda en el Magreb Islámico. Como en Egipto, en donde los salafistas incendian los templos y ermitas sufíes, a los que tildan de herejes, y predican -desautorizados por los propios Hermanos Musulmanes- la guerra santa contra sionistas y cruzados, el autor material del atentado de Marraquech -no se conoce aún si fue un kamikaze o hizo estallar la bomba con un temporizador- sabía muy bien el efecto que perseguía. En primer lugar, la elección de la Plaza como objetivo respondía a una bien calculada repercusión mediática: Xemaa el Fná es el símbolo no solo de Marraquech sino de todo Marruecos. Atentar contra un café lleno de extranjeros aseguraba los titulares de la prensa y televisiones del mundo entero. En segundo lugar, asestaba un golpe durísimo al floreciente sector turístico del que depende una gran parte de la población de la ciudad. El viajero europeo, tras desertar de los habituales destinos de Túnez y Egipto después del derrocamiento de sus dictadores, rehuirá probablemente también los de las playas y ciudades marroquíes promocionadas por los vendedores de sol barato. Los marrachís lo han entendido así y manifiestan su indignación a quien quiera escucharles.
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El fin del atentado responde a la voluntad de hacer descarrilar el proceso democrático
El propósito del autor o autores de la matanza -mientras no haya una reivindicación del atentado que hasta ahora no se ha producido- responde, como en Túnez y Egipto, a la voluntad de descarrilar el proceso democrático puesto en marcha por las protestas cívicas que se extienden en los países árabes. A diferencia de lo ocurrido en las pasadas décadas, los pueblos no corean las consignas de los grupos religiosos radicales: exigen libertad, dignidad y democracia, el fin del autoritarismo y de la corrupción. Las manifestaciones del pasado 24 de abril en las principales ciudades de Marruecos pedían cambios razonables y se llevaron a cabo de forma pacífica sin incidentes ni provocación algunos. Las redes sociales creadas por los jóvenes toman hoy la palabra por delante de los partidos y sindicatos desacreditados por su conformismo y encabezan las demandas políticas, sociales y económicas de la población. Sus peticiones son las de sus colegas occidentales e incluso un amplio sector del dividido movimiento islamista toma como punto de referencia el partido turco de Erdogan. Los organizadores del Movimiento del 20 de Febrero saben que si bien los valores que invocan nacieron con la Revolución Francesa, no son valores exclusivamente europeos sino que tienen validez universal.
Este cambio, el primero desde el arrinconamiento de las élites laicas de los años cincuenta y sesenta del pasado siglo, ha pillado por sorpresa tanto a los poderes establecidos como a los salafistas radicales. Por razones diametralmente opuestas, unos y otros -especialmente en los regímenes derrocados- buscan crear un caldo de cultivo propicio a sus intereses y a la manipulación interesada de las creencias religiosas.
El proceso de transición democrática que reclaman los jóvenes desde Tánger a Dajla, ha sufrido un durísimo revés con la matanza perpetrada en Xemaa el Fná. Pero sus organizadores no deben arredrarse por ello y seguir adelante de forma pacífica con firmeza y serenidad. Proclamar una dictadura suele ser fácil. La democracia al revés es un camino muy largo sembrado de trampas y obstáculos. Los extremistas que se oponen a ella saben que no cuentan con el apoyo de la población y por ello intentan sembrar la discordia y el caos. Los turistas que recorren la Plaza no son vistos como cruzados por nadie o casi nadie. Xemaa el Fná ha sido y espero que sea siempre un espacio abierto a la convivencia y la diversidad.

Una vida entre dos hogueras


REPORTAJE: PENSAMIENTO

Una vida entre dos hogueras

JOSÉ LUIS PARDO 30/04/2011
Las Memorias de Arthur Koestler son una verdadera mina a propósito de las causas y los mecanismos psicológicos del fanatismo
En 1932, tras perder su empleo en la prensa alemana al divulgarse su afiliación al comunismo, Arthur Koestler, que entonces tenía 26 años, se preparaba para emigrar desde Berlín hacia la URSS en busca de la tierra prometida. Gracias al Partido había firmado un contrato con una editorial soviética para escribir un libro titulado Rusia vista por un burgués, en el que un periodista liberal, al conocer los formidables resultados del Plan Quinquenal, se convertía sinceramente al comunismo y se hacía un acérrimo defensor de la Unión Soviética. Como luego fue notorio, el resultado terminó siendo, a la larga, exactamente el contrario. Koestler comenzó su viaje pertrechado con una inflexible coraza ideológica y emocional de fidelidad a la utopía marxista, y fue acumulando una formidable cantidad de experiencia, en un viaje a lo largo y ancho del territorio estalinista, sobre la realidad del país, del Estado, del Partido, de la sociedad y de la organización política que había ido a conocer, una experiencia que contradecía frontalmente sus convicciones y sus propósitos y que, tras múltiples avatares (su militancia antifascista le llevaría primero a prisión franquista en Sevilla y luego a un campo de concentración nazi en Francia), haría de él un testigo incómodo en un medio intelectual que, en su inmensa mayoría y con honrosas excepciones como Orwell o Víctor Serge, se había impuesto un pacto de silencio cómplice con las atrocidades del Komintern. Además de su obra literaria propiamente dicha, las Memorias de Koestler son una verdadera mina a propósito de las causas y los mecanismos psicológicos del fanatismo, porque nos muestran que los resortes que mantienen viva la ceguera a propósito de todo aquello que contraviene nuestros deseos y expectativas no son patrimonio de mentalidades excepcionalmente planas o violentas, sino que pueden perfectamente florecer en el espíritu científico y ser compatibles con la sofisticación intelectual, que pone al servicio de esa ceguera los recursos más insospechados. Al principio de su inmersión en el aparato del Partido Comunista berlinés, Koestler capta perfectamente el dispositivo de simplificación que dicta los principios de la lucha política: los dirigentes de las células "no sabían ni creían que el canciller democristiano Brüning fuera un verdadero opositor a Hitler, o que existiera alguna diferencia entre un toryinglés y un nazi alemán. Para ellos, la democracia era una forma camuflada de la dictadura de la clase dirigente capitalista, y el fascismo su forma abiertamente declarada (...) En el amplio panorama de la historia, los matices no importaban, y sólo el telescopio dialéctico revelaba la verdad esencial".

Como Hannah Arendt distinguió tempranamente, lo políticamente decisivo de la ceguera intelectual es negarse a admitir el término "totalitarismo"
Como Hannah Arendt distinguió tempranamente, lo políticamente decisivo de esta ceguera intelectual es negarse a admitir el término "totalitarismo". Pues mientras por "totalitarismo" se entienda únicamente una artimaña propagandística con la que el capitalismo etiqueta todo lo que se resiste a su expansión ilimitada (una posición que aún hoy defienden neocomunistas de salón como Alain Badiou o Slavoj Zizek), la contraposición dominante seguirá siendo "capitalismo/comunismo", y cualquier infamia del segundo quedará justificada con tal de mantener la pugna contra el primero. Por el contrario, si la contraposición real es la que se da entre democracia y totalitarismo, no solamente se esclarece que el Estado mismo se vuelve imposible allí donde la ciudadanía se ha convertido en funcionariado, sino que además se manifiestan los isomorfismos entre los regímenes fascistas y los comunistas, como nos enseña Koestler cuando capta inmediatamente el parentesco entre el desprecio nazi por la "inteligencia" de los judíos, comparada con el "instinto" de la raza aria, y el desprecio comunista hacia los intelectuales pequeño-burgueses frente a la "corrección natural" de la conciencia de la clase obrera. Como quizás ocurra con toda fe inquebrantable, la confianza en el "sistema" en mitad de las arbitrariedades y las injusticias no depende únicamente de que sus fieles dispongan de una explicación lo suficientemente elástica como para legitimar cualquier cosa, sino ante todo de la complementación de esa fe con una "filosofía privada y secreta cuyo fin no es explicar los hechos, sino dejar de explicárselos".
Aunque Koestler se presenta como "el caso histórico típico de un miembro de la clase media instruida centroeuropea nacido a principios del siglo XX", el epílogo añade un matiz importante a ese tipismo: se trata de un panfleto de la SPD con dos viñetas; en la primera, fechada en 1933, Goebbels lanza a la hoguera un libro de Koestler bajo la mirada aprobatoria de Hitler; en la segunda, referida a 1952, el presidente de la República Democrática Alemana arroja a otra hoguera un libro de Koestler en presencia de un satisfecho Stalin. Y él, que escribía contra los nazis en la Rusia de Stalin y contra la Unión Soviética en el París ocupado por Hitler, reconoce su singularidad: "Que le quemen a uno dos veces en su vida es, después de todo, una rara distinción".
Memorias. Arthur Koestler . Traducción de J. R. Wilcock y A. L. Bixio. Lumen. Barcelona 2011. 937 páginas. 34,90 euros (electrónico: 22 euros).

ENTREVISTA: PHILIP PULLMAN Escritor

"Ningún credo tiene derecho a sentirse ofendido"

PATRICIA TUBELLA - Londres - 30/04/2011
El buen Jesús y Cristo el malvado (Mondadori) es el provocador título de una fábula que desdobla la figura de Jesucristo en dos gemelos nacidos en Belén. El primero, sincero y carismático, abraza un mensaje social y moral, frente a un hermano manipulador que reescribe su vida para crear el armazón de una Iglesia poderosa. La crítica hacia las religiones organizadas es constante en la obra de Philip Pullman (Norwich, Inglaterra, 1946), erigido por jóvenes lectores en superventas gracias a la trilogía fantástica La materia oscura. Bestia negra de ciertos sectores religiosos que le acusan de promover el ateísmo, Pullman es también reconocido como uno de los grandes autores británicos de la posguerra. El dominical conservador Mail on Sunday llegó a calificarlo como "el autor más peligroso del Reino Unido", pero este escritor afincado en Oxford cuenta entre sus seguidores con el jefe espiritual de la Iglesia Anglicana, el arzobispo Rowan Williams. Jesús, según su nuevo libro, es un "humanista" despojado de rasgos divinos.

"No critico a la Iglesia porque mienta sino por buscar el poder"
Pregunta. ¿Mera ficción o un evangelio alternativo?
Respuesta. No, en absoluto. Se trata de una novela de ficción, con elementos alegóricos. Los evangelios están escritos para dictar a la gente lo que debe creer, y yo quiero hacer reflexionar al lector, porque la historia de Cristo no es la de Jesús.
P. ¿De dónde surge esa dualidad entre Jesús y Cristo?
R. La idea de que sean dos personas diferentes me permite mostrar lo que es y no es valioso en los evangelios. El Jesús de la Biblia es más interesante que el de la Iglesia, un hombre dulce y afable, no brusco y lleno de ira. Me parece trágico que la Iglesia intentara durante siglos evitar que la Biblia fuera leída, haciéndola solo accesible en latín para evitar que la gente se planteara preguntas.
P. Se ha jactado de la publicidad que le procuraron grupos como la Liga Católica de EE UU al promover el boicot de sus novelas por su "mensaje subliminal ateo".
R. Me complace, quiero que la gente se agite y piense. Nadie, ningún credo tiene el derecho a sentirse ofendido, por el bien de la libertad de expresión. Y también me refiero a la inmigración procedente de países musulmanes: deben aceptar que pueden ser ofendidos, esa es nuestra democracia. Mi consejo a cualquier escritor sería que no lea una crítica si no es capaz de aceptarla.
P. ¿Por qué arrastran una legión de seguidores novelas que, independientemente de sus cualidades literarias, cargan contra la Iglesia, como El código Da Vinci?
R. No se trata de un fenómeno nuevo. La gente busca en esos libros teorías conspirativas, códigos secretos, les atrae la idea de una verdad escondida.
P. Ha conseguido fama como autor de literatura juvenil. ¿A quién se dirige esta nueva obra?
R. No es un libro para niños. El lector ideal sería alguien que haya leído la Biblia y conozca la cristiandad (algunas referencias resultarían incomprensibles a lectores de otras confesiones), un cristiano abierto de mente.
P. Aunque se declara ateo desde la adolescencia, en su libro inserta elementos sobrenaturales, como los ángeles.
R. Los ángeles o demonios no existen, pero son útiles para el narrador. Mi crítica a la Iglesia no reside en que sostenga algo que no es cierto, sino en que busca con ello gran poder político.
P. Esa crítica no solo es aplicable a las iglesias.
R. Y la Rusia soviética es un buen ejemplo de ello. Ese absolutismo, la idea de que su verdad es la única. Mi crítica no se dirige solo a la Iglesia cristiana sino a todas las iglesias y a los sistemas políticos totalitarios.
P. Su Cristo constata una contradicción: sin la historia no habría Iglesia, y sin la Iglesia, Jesús sería olvidado. A pesar de todo, ¿la Iglesia es necesaria?
R. Es una paradoja difícil de reconciliar. ¿Es necesaria la religión? Debemos pensar en ello, y quizá concluyamos que la necesitamos. Pero cuando el clero tiene tanto poder se ve tentado a todo tipo de abusos, mire los escándalos en la Iglesia de Irlanda...
P. ¿Quién es el Jesús de su libro?
R. Un gran humanista. Le admiro como un hombre, porque eso es lo que era. Tenía un increíble poder con el lenguaje y era un genio como creador de metáforas. Pero una vez muerto, el resto fue inventado.